23.4.09

Sos como el agua, que se escabulle en todos lados, hasta por donde no se la llama. Entrás en aquellas viejas heridas, forzándolas hasta agrietarlas. Eso sos, desgraciado, un fantasma que vuelve una y otra vez: nunca te quedás, pero tampoco te vas. Hacés que recuerde cada minuto, cada grito, cada llanto. Tuyos y solo tuyos, pero... yo no quise; vos me obligaste. Todo habría sido más fácil si me hubieras escuchado, si no hubieras corrido a sus brazos en vez de a los míos. Pero ya es tarde. ¿Qué querés que haga ahora? Ya está todo hecho y dicho.

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