23.4.09

el vacío


Sintió como si su pecho se cerrara. Como si le fuese difícil atrapar el aire que se encontraba a su alrededor. No podía respirar con normalidad, su existencia le dolía. Una y otra vez se preguntaba si debía seguir viviendo... porque todas las señales le demostraban lo contrario. El mundo se empeñaba en brillar para ella, pero sus ojos no veían más que lo que su mente apenas alcanzaba a suscitarle. Nada la ayudaría esta vez. Al menos nada que estuviese presente. Se estaba exiliando al lugar más remoto de su inconsciencia. No quería pensar más, no quería sentir nada que le causara dolor. Y eso, sencillamente, se remitía a todo.
Cerró los ojos. Todavía le costaba reprimir sus emociones, sus pensamientos. De a poco iba enviando cada imagen, cada palabra a lo más lejano de su mente. No sería fácil. Un trabajo doloroso y arduo. Lo único que anhelaba era terminarlo de una vez para sumirse en un oscuro letargo. Un precioso silencio eterno le acariciaba su mente… imposible negarse ante tal seducción.
Los recuerdos se iban… se escondían en su cabeza a la espera de un inminente cambio de parecer… pero esto no sucedería con tanta rapidez. Y ella, lentamente, se iba sumergiendo en un sueño ligero… sin imágenes ni voces, ni nada que se pareciera a la vida. Simplemente existía. Se limitaba a respirar… con el solo objeto de no morir. No porque anhelara la vida, sino porque temía que la muerte trajera consigo todo lo que ella trataba de olvidar. La debilidad de su cuerpo, llevaría a la de su mente y eso no era justamente una ayuda para su laborioso trabajo de autocensura. No podía permitirse ese error. Un impulso imprevisto, devenido en acción podría arruinar todo lo que había logrado. Era algo que ella no se iba a permitir.
Todo marchaba bien. No pensaba en nada. La vida transcurría y ella no se daba por aludida en absoluto. Las estaciones, los años se iban sucediendo y ella seguía inmóvil. Todo marchaba bien hasta que algo la traicionó. Un estímulo externo que hacía tiempo había dejado de existir para ella. Su voz apareció como lenguas de fuego que iluminaron su interior. El calor era reconfortante, pero le hacía recordar tantas cosas… demasiadas para poder soportarlas. Todas sus barreras se debilitaron, por un segundo su mente se nubló y eso fue todo de lo que necesitó para volver a la realidad. Pero lo que encontró no fue lo que buscaba. Esperaba encontrarlo a él, con su voz, rozándole los párpados. Acariciando una vez más sus mejillas... Él no estaba… y ella no era lo suficientemente fuerte como para asumirlo.

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