23.4.09

espera


No quiero la espera de Penélope. No quiero recordarte una y otra vez, hasta que el recuerdo se vuelva difuso y ya no quede más que un sueño. Una utopía tuya. Porque cuando el sueño no sea sueño, cuando vuelvas, ya no vas a ser mi espera. Ya no voy a quererte, porque mi sueño va a quedarse en el pasado. Vas a ser vos pero en la milésima de segundo última que te haya visto. Un segundo más y ya vas a ser otro para mí.

No quiero imaginarte. No quiero que me quieras en sueños. Porque ahí sólo entramos dos; la realidad queda fuera. Y cuando llegue el momento quizá me decepcione. Y cuando no llegue el momento será una espera interminable.

No quiero la espera de Penélope. Anhelar y anhelar... ¿para qué? Para encontrarse con que el recuerdo engaña, entorpece el curso de las cosas. Para verte y no encontrarte. Para esperarte toda una vida. Esperar lo soñado, lo imposible. Esperar...

Penélope espera, espera. Tiene una sonrisa grabada en su corazón y no deja espacio a la vida. Cree saber lo que espera pero sin darse cuenta lo deja ir. Su ser utópico le sonríe desde su mente, la invita a esperarlo. Pero él sabe que nunca irá, que ya no existe.

Triste espera ciega. Tristes ojos miran sin mirar, porque por dentro saben que lo único importante para ver nunca aparecerá. Y ella sonríe. Qué ingenua.

No hay comentarios:

Publicar un comentario