8.8.12


Las tardes de lluvia me hacen acordar a Salto.
A Salto, en un sillón al semi reparito,
con una hendijita de la puerta-ventana abierta.
Todos juntos, en silencio; viendo cómo caen los segundos.
A que la luz se cortó y ahora qué.
Es hora de siesta en Salto y se nos fue la luz.
Y llueve.
Con la lluvia te das cuenta
que algo más que vos pasa en este mundo.
Te detenés;
y te sentís parte de un todo…
un todo que llueve con vos.

El sonido; es el mismo… siempre.
Y volvés.
Llueve y me siento viva.
Me siento acá.
Y allá. Pero una.

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